"
'Cause I'm only a crack
in this castle of glass,
hardly anything there for you to see".
Creyó por un instante ver pasar su vida delante de sus ojos.
Creyó, pero después la razón le dio una patada a la ilusión.
Apuró el trago y salió del bar acomodándose todavía el sombrero y el abrigo.
Nevaba.
Una gentil llovizna helada caía desde lo oscuro del cielo.
Metió sus manos en los bolsillos de su abrigo y caminó por la vereda.
Sus pasos eran pesados.
Avanzaba con mucha lentitud.
Sintió un pinchazo en el pecho al ver a un perro tiritar en una esquina, pero siguió de largo.
Como todos.
Sus pasos eran pesados.
La firmeza en sus rodillas flaqueaba.
Pero no se detuvo.
No podía hacerlo.
Tenía que llegar a su casa. Cuanto antes.
Avanzó un par de metros más, hasta detenerse.
Era su propio reflejo lo que había llamado su atención.
Se acercó al vidrio rajado de la ventana de una vieja casa.
La rajadura quebraba a la mitad su cara.
Un espejo perfecto.
Sonrió.
En aquella imagen podía ver con perfección sus dos caras.
Un lado maldito y otro humano.
Una cara diáfana y otra normal.
Humano.
Era cualquier cosa menos humano.
Pero eso todos lo sabían.
No había nada para ver, en realidad, en aquella rajadura.
Nada que no hubiera visto antes.